En la inmensidad de la selva vivía un viejo árbol olvidado por el tiempo, sus hojas habían dejado de respirar por que aquella mala planta que lo llaman mata palo había enredado todo su tallo, no importaba que fuerte era el árbol, aquella mala planta es capaz de de asfixiar sin ninguna compasión, el árbol moría con resignación y dignidad, bajo la triste mirada de quienes a su alrededor compartieron alguna vez días de felicidad, unos le decían que luche y que no deje que lo maten, otros también rogaban que muera rápido para que no sufra, pero el árbol no podía luchar contra su propio destino, se resignaba a esperar la voluntad de alguien superior y sin perder la fe, esperaba una vida mejor mas allá de la muerte.
Agonizaba aquella noche de verano, después de una torrencial lluvia, el cielo se despejo y una sabana de estrellas iluminó la selva, pero aquel viejo árbol ya no tenía valor para ver esos maravillosos espectáculos que la naturaleza le ofrecía, cerró los ojos pensando y esperando el final, pero seguramente sería como cualquier día o cualquier noche, seguiría sufriendo y nada cambiaría, recordaba su pasado, sonreía viéndose joven creciendo y con ganas de alcanzar las alturas y conseguir una estrella que iluminara su destino, sonreía recordando que había sido afortunado de vivir lejos de la depredación y más de cien años, esto era un regalo del cielo, tampoco sabía el viejo árbol que el formaba parte del oxigeno de la tierra, ni le interesaba saber, reclino sus ramas para morir con tranquilidad, cerró los ojos y espero y espero la paz que nunca llego…
De pronto en esa noche de estrellas, una luz ilumino con fuerza el cielo y traspaso el espacio, parecía un fuego encendido que venía en caída, fue tan rápido que ni los otros árboles pudieron ponerse a un lado, cayo rompiendo todo lo que encontraba a su paso y se detuvo al pie del viejo árbol iluminando su vida, muriendo estaba el árbol y vio la luz a sus pies, levanto la cabeza con curiosidad para ver de lo que se trataba y se encontró con una hermosa estrella que lloraba ante el, haciendo esfuerzos secó sus lagrimas y se conmovió ante la hermosura que a sus pies miraba…
Esa noche rompió las cadenas de la muerte para luchar por la vida de la estrella, le prometió amarle hasta más allá de la misma muerte, se enamoro, sin remedio dejo salir la pasión que por años estaba oculto, no le ofrecía riquezas, solo le entregaba su corazón lleno de esperanzas, rompió las cadenas de la muerte solo por amor, rompió las cadenas de la muerte por una ilusión, rompió las cadenas de la muerte por que deseaba vivir para amar, la estrella lloro y se conmovió viendo tanta pasión y se aferro al árbol para no perderse y dulcemente le dijo he cahído para amarte y me quedaré contigo para iluminar tu destino…
Con la fuerza de su luz la estrella quemó la raíz del mata palo y este dejo de asfixiar al viejo árbol quien volvió a sonreír y a vivir para su amada.
Fueron días, fueron años, fueron siglos de felicidad…
Tal vez solo fueron horas…
Quien lo sabe, el creció y podía ver la inmensidad de la selva desde las alturas de sus ramas, era feliz, eternamente feliz, no se cansaba de agradecer a la vida la oportunidad de conocer el amor..
De pronto otra noche de estrellas cuando jugaba con su amada, un ejército de estrellas llegó a la tierra y de un solo jalón le quitaron a su amada, ella era feliz con él, nadie lo sabe, ni lo sabrá…
El árbol que había prometido defenderla sacudió y sacudió sus ramas, pero no pudo moverse, quiso volar en su rescate pero la tierra lo detuvo…
Lloró y lloró con pasión, el cielo se oscureció y la lluvia como si adivinara su dolor empezó a caer como quien queriendo borrar las huellas que dejó ese amor, pero nada podría aplacar su dolor, estaba herido de muerte agitaba sus ramas, se sacudía, queriendo arrancarse de la tierra y tan fuerte fue su dolor que rompió sus raíces…
Al verse sangrando se quedó quieto ya no sentía dolor, su alma se movía dentro de él…
Sólo moría pensando en la estrella…
Sus lagrimas se secaron y las aves del nuevo día se vistieron de luto…
El viejo árbol caía lentamente de muerte, llevando consigo lo vivido…
Un tremendo ruido en la selva anunciaba su caída…
La selva se paralizó, acudieron en su auxilio todos quienes podían caminar y que alguna vez conocieron aquel amor…
La tierra tembló al sentir su peso…
Sus amigos se quedaron quietos…
Ya era tarde, el árbol agonizaba tendido en aquella tierra que un día le sostenía en pie…
Su esperanza se marchitaba igual que sus hojas…
Cuánto tiempo pasó, nadie lo sabe…
El siguió llorando tendido aun en la tierra y su cuerpo comenzó a deshacerse y volvió nuevamente de donde fue sacado…
Lloró por ese gran amor que un día lo visitó…
El gran árbol aunque haya muerto, con la fuerza del amor vivirá en la memoria de quienes fueron testigo de aquel amor limpio como la inmensidad de la selva…
Su alma vagará esperando volver a ver a esa estrella, y sin tocarla siquiera solo de verla feliz donde quiera que vaya, el viejo árbol será feliz hasta en la eternidad y descasará por siempre en la gran selva…
Yves Percy Nagaremori