En el discurrir del tiempo hay personas que trascienden por sus acciones positivas y otros que como el caso de Bernardino Perdiz, salen a las páginas de la historia por su proceder delincuencial, por hacer de su vida un cúmulo de acciones reñidas con la moral y contraviniendo las leyes. Perdiz fue un cauchero español, que se aventuró a ingresar por el Manu.
Los recuerdos de su paso por estas tierras no son nada gratas, al contrario en ocasiones están marcadas por el horror y muerte.
Se le vinculó con las «Correrías», caracterizándose por el salvajismo, en donde los nativos eran cruelmente maltratados o vendidos.
El 2 de Enero de 1911, se emitió una ley que prohibía el enganche de peones para el trabajo en las haciendas, dedicadas a la explotación del caucho en el extranjero; establecía el enjuiciamiento de quienes infringían la norma, el internamiento de las embarcaciones y el pago de una fianza de veinte libras de oro por cada enganchado.
A pesar de la referida disposición, Bernardino Perdiz utilizaba mil artimañas para sortear la ley, sin embargo fue acusado de contrabandista y de favorecer la emigración de comuneros indígenas en calidad de enganchados.
En 1917, Perdiz dejo el Manu y acompañado de sesenta hombres enrumbó a Bolivia.
Pero el personaje que nos referimos, obraba siempre mal, ese fue el caso esta vez, cuando que a pesar recibir las facilidades por parte del Prefecto Arce Folch, encerró a los peones en la Zona de Ferrer, puesto en total abandono, iniciando su travesía a las dos de la madrugada, exigiéndoles que pasaran por el Puerto sin remar y en total silencio.
Tres afligidos padres de familia escaparon y dieron cuenta a la Prefectura que actuó de inmediato. Advertida la Capitanía de Puerto redobló la vigilancia en el río Madre de Dios, a fin de evitar el paso de los 200 hombres que Perdiz tenía vendidos en Bolivia, según el propio testimonio de sus propios empleados.
Su cinismo y actitud abusiva llegaba a considerar que no les correspondía en varias ocasiones ningún pago a sus trabajadores, porque aducía que sus padres o abuelos lo adeudaban.
Recibió una multa por pretender sobornar al Prefecto, que no pudo hacerse efectiva porque no tenia bienes ni garantía y se encontraba en Bolivia, además que tenia cuentas pendientes con Alejandro Arredondo, Rubén Collantes, Manuel Usseglio, Vicenta Del Mar, entre otras y letras protestadas con la firma Lambarry del Cusco.
Mencionaremos algunas de las personas que fueron llevadas a trabajar a Bolivia:
Carlos Bardales, Pedro Mendoza, Ezequiel Salas, Cirilo López, Silvestre Campos, Mariano Villafuerte, Miguel Macahuachi, Manuel Chávez, Cristóbal y Pablo Amasifuen, Marcial Maynas, Agustín Pinedo, Federico Torres, Pascual Moncada, José Yumbato, Tomas Majipo, Manuel Sangama, Pablo Vela, José Fuentes, N. Palza, Manuel Pinedo, Mariano Francisco Parada, José Reaño, Agustín y Lorenzo Pérez, Pedro A. Panduro, Fortunata Bisrrol, Soledad Reategui, Beatriz Tananta, Eladio Panduro, Aurelio Cachique, Leovida Chapiama.
Un hecho que pinta de cuerpo entero la crueldad de Bernardino Perdiz, y que causó espanto en la Región, fue la escalofriante contratación de sicarios que asesinaban a sus propios trabajadores para robarles su dinero, que momentos antes recibían por sus trabajos.